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viernes, 6 de febrero de 2009

Obesidad: lo que se sabe y usted debe saber sobre esta epidemia de nuestros tiempos



Lo que se sabe y debe saber sobre la obesidad

Martín Tantaleán Del Águila

Especialista en Salud Pública de la SEPS





La Epidemia Global de Obesidad[1]

Por siglos la humanidad ha padecido de hambre, desnutrición y pobreza, enfrentando un ambiente hostil. Con la llegada de la revolución industrial se dio la oportunidad para la mejora nutricional de las personas y particularmente en el siglo XIX se asistió a un incremento en el índice de masa corporal (IMC). Durante el siglo XX, conforme las poblaciones, en especial en países desarrollados, alcanzaron el máximo potencial genético para el crecimiento longitudinal, las personas empezaron a incrementar su IMC. Así, el año 2000 la humanidad alcanzó una suerte de record histórico en que por primera vez el porcentaje de personas con sobrepeso en el mundo fue mayor que el de las personas con bajo peso.

Si bien a principios del siglo XX la obesidad estaba vinculada con alto status socioeconómico[2] y se observaba más en los países desarrollados, en años recientes este problema viene alcanzando proporciones epidémicas en países en desarrollo tales como México, China y Tailandia.

La Obesidad y el índice de masa corporal (IMC)

La obesidad se define como el exceso de grasa en el cuerpo. Hasta la década de los 70 la obesidad se establecía tomando como referencia el “peso ideal”. A partir de los años 80 esta correlación se cambió por el “Índice de Masa Corporal” (IMC) que es una relación sencilla entre el peso, en kilogramos y la talla al cuadrado, en metros, de una persona:

IMC = peso (k.) / talla2 (m.)


Diversas investigaciones han permitido determinar que lo saludable es que el IMC, tanto para varones como mujeres adultos, esté entre 18.5 a 25 kg./m2. Por encima de 25, pero debajo de 30 se considera sobrepeso y, por encima de 30, obesidad y constituye un importante problema de salud pública siendo uno de los principales factores de riesgo para Diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, hipertensión, ataques, algunos tipos de cáncer y muerte prematura en todo el mundo.

Ganancia de Peso, el Balance energético y la Actividad Física

Aunque es difícil en población medir la ingesta de calorías y el gasto por las actividades, se ha podido determinar que el ingreso se ha incrementado en alrededor de 200 kcal por día durante los últimos 20 años en EEUU. Es importante tener presente que los hábitos alimentarios se suelen establecer en la adolescencia y juventud, cuando generalmente las personas tienen mayor actividad física. Posteriormente, durante la adultez la actividad laboral suele sumir a las personas en un estilo de vida sedentario, disminuyendo su actividad física pero manteniendo su ingesta de alimentos con el consiguiente incremento ponderal.

Adicionalmente, las poblaciones jóvenes tienden a pasar cada vez más horas frente a la televisión (un promedio de 30 horas a la semana los adolescentes norteamericanos) o la computadora con una disminución en la actividad física por lo que cada vez son más frecuentes los problemas de obesidad en jóvenes e incluso niños, problema que se ve agravado por el hecho de que cada vez hay también menos ingesta de frutas y vegetales.

Es importante también entender que existen factores ambientales y sociales implicados[3]. La automatización en los trabajos, escaleras mecánicas, elevadores, mejora de comunicaciones que permiten coordinar con diversas personas y en diversos lugares sin necesidad de movilizarse de sus sitios, etc. contribuyen de manera importante a esta epidemia y por ello la obesidad necesita un nuevo enfoque, dejar se verse como un problema individual y tener un abordaje social que promueva estilos de vida más saludables y una mayor actividad física en niños y adultos aunado a una alimentación balanceada y nutritiva.

Sobrepeso y obesidad en los niños en países en desarrollo[4]

La incidencia de enfermedades crónicas se está incrementando más rápidamente en los países en desarrollo que en los países desarrollados. Los investigadores consideran que uno de los problemas emergentes en salud pública puede ser la creciente incidencia de obesidad en la infancia en los países en desarrollo con el consiguiente impacto negativo en la economía y salud pública de estos países en el futuro cercano.

Es importante mencionar que la obesidad es un factor de riesgo importante para enfermedades crónicas y en especial para el denominado “síndrome metabólico” o de “resistencia a la insulina” en que se produce hipertensión, diabetes tipo 2, alteraciones en las grasas, producción de insulinemia y arterioesclerosis.

Promoción de la actividad física en niños y adolescentes[5]

La actividad física es muy importante para la salud y desarrollo de los niños y adolescentes. Los niños y adolescentes con mayor nivel de actividad física tienen menos riesgo de tener problemas cardiovasculares y tienen un mejor control de su peso. Con el incremento sin precedentes en la prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños existe una necesidad urgente de contar con programas efectivos de actividad física que disminuyan la incidencia de sobre peso y obesidad.

Se están probando diversas estrategias basadas en el colegio, la comunidad, la familia y el Internet, con diversos resultados, que tienen como objetivo promover una mayor actividad física, disminuir las horas que los niños y jóvenes pasan frente al televisor e incrementar el consumo de frutas y verduras en su dieta.

Obesidad central y el riesgo de Diabetes tipo 2[6]

El IMC previamente explicado permite evaluar la obesidad global. Sin embargo, se sabe que la acumulación de grasa puede darse en el tejido subcutáneo (debajo de la piel) o a nivel visceral (intra abdominal), siendo esta segunda forma la que conlleva mayor riesgo para la salud, pero este tipo de obesidad no es estimada adecuadamente por el IMC. Se ha considerado que la relación de la circunferencia cintura cadera resulta un mejor indicador de este riesgo, sin embargo una revisión de las investigaciones existentes (meta análisis) ha encontrado que este indicador no sería mejor que le índice de masa corporal.


La relación cintura cadera se obtiene midiendo la circunferencia abdominal a nivel del ombligo y dividiéndola por la circunferencia de la cadera en su mayor dimensión. Lo recomendable es que sea menor de 0.8 en las mujeres y de 1 para los hombres.


Relación Cintura/Cadera = Circunferencia abdominal/Circunferencia de la cadera


Azúcar y grasas en la dieta y la obesidad[7]

La revisión de los estudios epidemiológicos muestra que la obesidad está relacionada con la ingesta de alimentos de bajo costo. Los cereales refinados, azúcares y grasas procesadas son baratas, saben bien y resultan convenientes. El hecho de que los alimentos ricos en calorías cuesten menos que los alimentos más nutritivos hace que sean preferidos por los consumidores de bajos recursos. Es decir, el bajo costo de los alimentos ricos en energía, más que un alimento, bebida o macronutriente específico puede ser el principal predictor de la ganancia de peso en la población.

Factores genéticos de la obesidad[8]

Estudios en gemelos, adopciones y familias han demostrado que la obesidad es en gran medida heredable. El riesgo de un individuo de ser obeso se incrementa cuando tiene familiares obesos, habiéndose estimado un rango de herencia entre al 16 al 85 para el IMC.

Se han identificado 127 variantes genéticas que podrían estar asociados, pero se requiere de más investigaciones para entender adecuadamente su rol en la etiología y prevención de la obesidad.

Obesidad y cáncer de próstata[9]

Tanto la obesidad como el cáncer de próstata están alcanzando dimensiones epidémicas en la sociedad occidental. No obstante que los estudios iniciales fueron confusos, recientes investigaciones en población durante los últimos meses están clarificando la asociación entre obesidad y cáncer de próstata.

Solamente alrededor de un 15% de los hombres diagnosticados con cáncer de próstata morirán por su enfermedad (cáncer agresivo). Esto permite identificar un gran grupo con enfermedad menos agresiva que eventualmente fallecerán por otros factores y no por el cáncer.

Si bien la asociación entre obesidad y cáncer de próstata no es tan clara, la asociación entre obesidad y el riesgo de muerte por cáncer de próstata está bien establecida. La obesidad parece disminuir el riesgo de enfermedad no agresiva, pero incrementa el riesgo de cáncer agresivo. Esta asociación parece ser multifactorial (se ha sugerido factores hereditarios, dificultad en establecer el diagnóstico en obesos debido a los menores niveles de antígeno prostático específico y mayor tamaño de la próstata que hace la biopsia por punción menos precisa, etc.). Sin embargo, una de las explicaciones que está ganando aceptación es la relacionada con los menores niveles de testosterona en los obesos.

Artículos similares:

Notas:

[1] The Global Epidemic of Obesity: An Overview. Benjamin Caballero. Epidemiologic Reviews. Vol. 29, 2007.
[2] Socioeconomic Status and Obesity. Lindsay McLaren. Epidemiologic Reviews. Vol. 29, 2007
[3] The Built Environment and Obesity. Mia A. Papas, Anthony J. Alberg, Reid Ewing, Kathy J. Helzlsouer, Tiffany L. Gary and Ann C. Klassen. Epidemiologic Reviews. Vol. 29, 2007
[4] Childhood Overweight, Obesity, and the Metabolic Syndrome in Developing Countries, Roya Kelishadi. Epidemiologic Reviews. Vol. 29, 2007
[5] Promoting Physical Activity Participation among Children and Adolescents. Jo Salmon Michael, L. Booth, Philayrath Phongsavan, Niamh Murphy, and Anna Timperio.. Epidemiologic Reviews. Vol. 29, 2007
[6] Comparison of Body Mass Index, Waist Circumference, and Waist/Hip Ratio in Predicting Incident Diabetes: A Meta-Analysis. Gabriela Vazquez, Sue Duval, David R. Jacobs, and Karri Silventoinen. Epidemiologic Reviews. Vol. 29, 2007.
[7] The Real Contribution of Added Sugars and Fats to Obesity. Adam Drewnowski. Epidemiologic Reviews. Vol. 29, 2007
[8] Genetic Epidemiology of Obesity. Wenjie Yang, Tanika Kelly, and Jiang He. Epidemiologic Reviews. Vol. 29, 2007
[9] Obesity and Prostate Cancer: Making Sense out of Apparently Conflicting Data. Stephen J. Freedland and Elizabeth A. Platz. Reviews. Vol. 29, 2007