Los casos de sobrepeso y de obesidad están aumentado a una velocidad preocupante en muchos países del mundo. Si bien este hecho podría ser más evidente en aquellos países de mayor desarrollo socio económico, la situación tampoco es ajena a los países en desarrollo como el nuestro.
En el año 2004, en los Estados Unidos de Norteamérica, el 24.5% de la población era obesa, vale decir uno de cada cuatro estadounidenses presentaba esta condición. Además, el 64% de su población —unos 119 millones de personas— sufre de exceso de peso. Por estas razones ya se habla de una epidemia de obesidad en Estados Unidos, lo cual empieza a plantear graves problemas de salud pública, ya que según el New York Times ([1]), el costo de la obesidad asciende a 39 mil millones de dólares, lo cual eleva el gasto en salud en el más caro sistema de salud del mundo.
Adicionalmente, algunos estudiosos del tema observan con preocupación que esta epidemia podría hacer descender la expectativa de vida promedio en Estados Unidos, indicador social que ha tenido más de un siglo de crecimiento continuo. Otro problema adicional es que la obesidad juvenil ha disminuido en 40% la cifra de jóvenes disponibles para el reclutamiento militar.
El panorama es Europa es casi similar, ya que la obesidad se está convirtiendo en uno de los más graves problemas de salud pública, puesto que la misma se asocia directamente a ciertas enfermedades crónicas como la diabetes o las cardiovasculares, las que representan ya en la actualidad la mayor carga de enfermedad en dichas sociedades, además de ser importantes causas de mortalidad.
Mientras tanto el aumento de la obesidad infantil está resultando especialmente preocupante, debido a que los estilos de vida referidos a la dieta y hábitos alimentarios, como la afición a la actividad física en cualquiera de sus formas, se adquiere en estas épocas de la vida, además de la estrecha relación entre la obesidad infantil y la obesidad en el adulto.
Las razones expuestas constituyen el sustento por el cual la OMS considera a la obesidad como una epidemia global y un serio problema de salud pública, estableciéndose además que sus causas se relacionan básicamente al cambio en los estilos de vida ocurridos en prácticamente los últimos 25 años y no a razones genéticas, como también se pensó en algún momento.
Prevención
Aunque los especialistas reconocen causas multifactoriales en la obesidad, se acepta que la mayor disponibilidad de nutrientes, muchos de ellos con altos componentes calóricos, además del cambió en los hábitos de conducta, con marcada reducción de la actividad física, son los factores críticos en el desarrollo de esta epidemia, que afecta especialmente a niños y adolescentes, en quienes, además, la obesidad es un síndrome con demostradas implicancias físicas, psíquicas y sociales. Por todo ello la prevención de la obesidad en estas edades, es una estrategia prioritaria de salud pública, que requiere la participación activa y comprometida de los pediatras, padres y profesores, entre otros sectores sociales.
Cabe citar un estudio realizado en el Reino Unido ([2]), el cual refiere que los niños y jóvenes ocupan la mayor parte de su tiempo de ocio en actividades sedentarias, como ver televisión, jugar con videoconsolas o utilizar la computadora. Actualmente el tiempo promedio utilizado para ver televisión es de 26 horas a la semana, mientras que en la década de 1960 la media se estimaba en 13 horas. También se informa de numerosos estudios que evidencian una clara asociación entre el tiempo dedicado a ver la televisión y la prevalencia de la obesidad o el grado de adiposidad en niños y jóvenes.
Tampoco debe dejarse de lado en esta asociación de situaciones que predisponen a la obesidad en niños, a causa de la disminución de la actividad física, la menor seguridad vial y ciudadana, así como el aumento en las distancias, que conllevan una menor independencia; por ejemplo al disminuir en forma considerable la proporción de niños que se desplazan a pie o en bicicleta hasta el colegio, o que practican juegos en las calles.
Obesidad en el Perú
¿Y cuál es la situación en el Perú? Según Tania López, coordinadora de la Estrategia Sanitaria Nacional de Prevención y Control de Daños No Transmisibles, un estudio realizado por especialistas del Ministerio de Salud mostró que dos de cada diez limeños presenta obesidad; y aunque parezca extraño este problema es mayor en la población con menores ingresos económicos.
Igual que en otros países, la obesidad es generada por los inadecuados hábitos de vida, la mala alimentación y la falta de ejercicio físico, además de los factores genéticos conocidos.
Lo mismo ocurre con los niños y adolescentes, que cada vez hacen menos ejercicio físico y se exceden en hábitos sedentarios, al perder la costumbre de hacer deporte que se está reemplazando por ver televisión, utilizar la Internet o los video juegos, los cuales no generan ningún beneficio para su salud física y mental.
En opinión de la especialista del MINSA, la actividad física, adicionalmente, mejora el estado de ánimo, estimula la agilidad mental, alivia la depresión y facilita el tratamiento del estrés, además puede mejorar la autoestima y aumentar la interacción e integración social.
En el año 2004, en los Estados Unidos de Norteamérica, el 24.5% de la población era obesa, vale decir uno de cada cuatro estadounidenses presentaba esta condición. Además, el 64% de su población —unos 119 millones de personas— sufre de exceso de peso. Por estas razones ya se habla de una epidemia de obesidad en Estados Unidos, lo cual empieza a plantear graves problemas de salud pública, ya que según el New York Times ([1]), el costo de la obesidad asciende a 39 mil millones de dólares, lo cual eleva el gasto en salud en el más caro sistema de salud del mundo.
Adicionalmente, algunos estudiosos del tema observan con preocupación que esta epidemia podría hacer descender la expectativa de vida promedio en Estados Unidos, indicador social que ha tenido más de un siglo de crecimiento continuo. Otro problema adicional es que la obesidad juvenil ha disminuido en 40% la cifra de jóvenes disponibles para el reclutamiento militar.
El panorama es Europa es casi similar, ya que la obesidad se está convirtiendo en uno de los más graves problemas de salud pública, puesto que la misma se asocia directamente a ciertas enfermedades crónicas como la diabetes o las cardiovasculares, las que representan ya en la actualidad la mayor carga de enfermedad en dichas sociedades, además de ser importantes causas de mortalidad.
Mientras tanto el aumento de la obesidad infantil está resultando especialmente preocupante, debido a que los estilos de vida referidos a la dieta y hábitos alimentarios, como la afición a la actividad física en cualquiera de sus formas, se adquiere en estas épocas de la vida, además de la estrecha relación entre la obesidad infantil y la obesidad en el adulto.
Las razones expuestas constituyen el sustento por el cual la OMS considera a la obesidad como una epidemia global y un serio problema de salud pública, estableciéndose además que sus causas se relacionan básicamente al cambio en los estilos de vida ocurridos en prácticamente los últimos 25 años y no a razones genéticas, como también se pensó en algún momento.
Prevención
Aunque los especialistas reconocen causas multifactoriales en la obesidad, se acepta que la mayor disponibilidad de nutrientes, muchos de ellos con altos componentes calóricos, además del cambió en los hábitos de conducta, con marcada reducción de la actividad física, son los factores críticos en el desarrollo de esta epidemia, que afecta especialmente a niños y adolescentes, en quienes, además, la obesidad es un síndrome con demostradas implicancias físicas, psíquicas y sociales. Por todo ello la prevención de la obesidad en estas edades, es una estrategia prioritaria de salud pública, que requiere la participación activa y comprometida de los pediatras, padres y profesores, entre otros sectores sociales.
Cabe citar un estudio realizado en el Reino Unido ([2]), el cual refiere que los niños y jóvenes ocupan la mayor parte de su tiempo de ocio en actividades sedentarias, como ver televisión, jugar con videoconsolas o utilizar la computadora. Actualmente el tiempo promedio utilizado para ver televisión es de 26 horas a la semana, mientras que en la década de 1960 la media se estimaba en 13 horas. También se informa de numerosos estudios que evidencian una clara asociación entre el tiempo dedicado a ver la televisión y la prevalencia de la obesidad o el grado de adiposidad en niños y jóvenes.
Tampoco debe dejarse de lado en esta asociación de situaciones que predisponen a la obesidad en niños, a causa de la disminución de la actividad física, la menor seguridad vial y ciudadana, así como el aumento en las distancias, que conllevan una menor independencia; por ejemplo al disminuir en forma considerable la proporción de niños que se desplazan a pie o en bicicleta hasta el colegio, o que practican juegos en las calles.
Obesidad en el Perú
¿Y cuál es la situación en el Perú? Según Tania López, coordinadora de la Estrategia Sanitaria Nacional de Prevención y Control de Daños No Transmisibles, un estudio realizado por especialistas del Ministerio de Salud mostró que dos de cada diez limeños presenta obesidad; y aunque parezca extraño este problema es mayor en la población con menores ingresos económicos.
Igual que en otros países, la obesidad es generada por los inadecuados hábitos de vida, la mala alimentación y la falta de ejercicio físico, además de los factores genéticos conocidos.
Lo mismo ocurre con los niños y adolescentes, que cada vez hacen menos ejercicio físico y se exceden en hábitos sedentarios, al perder la costumbre de hacer deporte que se está reemplazando por ver televisión, utilizar la Internet o los video juegos, los cuales no generan ningún beneficio para su salud física y mental.
En opinión de la especialista del MINSA, la actividad física, adicionalmente, mejora el estado de ánimo, estimula la agilidad mental, alivia la depresión y facilita el tratamiento del estrés, además puede mejorar la autoestima y aumentar la interacción e integración social.